sábado, 19 de marzo de 2011

Desechable

La otra noche, mi marido y yo tuvimos una conversación "trascendental" que acabó siendo escatológica.
Todo fue porque mirando -él- un partido de fútbol y yo levantando la vista de mi e-book para descansarla un rato, vimos a un tío con cara de nearthental  entre el público sonándose los mocos con un pañuelo de tela.
¡Que gran invento los kleenex! dijimos al unísono. Que asco eso de llevar los mocos en un trozo de tela, que poco higiénico. Es como si después de limpiarte el culo te guardases el trapo en un bolsillo remató mi marido tan descriptivo como siempre.
Y ahí empezamos a divagar. Imáginate como olería en la edad media, o no hace falta irse tan lejos, hace un siglo más o menos, cuando esto de bañarse era un acontecimiento festivo. O tampoco hace falta viajar  en el tiempo, con que viajemos en avión unos cuantos miles de km llegamos a países donde dicen que huele a humanidad.
Aunque si coges el metro a determinadas horas siempre hay algun@ que tiene alergia al agua y huele peor que los tigres del zoo.
Y luego está los grandes inventos desechables de la historia: los kleenex, los pañales de celulosa, las compresas con alas, los tampax... Que serán muy poco ecológicos pero que quereis que os diga, no imagino tener que lavar pañales, si me hubiera tocado ejercer de madre hace cincuenta años y sin lavadora, directamente, me hubiera metido a monja. Con las compresas no me hubiera quedado otro remedio, eso o una histerectomía radical.
Hay que ver, donde quedó el romanticismo...