domingo, 26 de enero de 2014

Eventos que me tocan las narices: fiestas de cumpleaños

Hay eventos sociales que me resultan un latazo. Hoy inauguro "sección" con los cumpleaños. No me gusta celebrar los cumpleaños. Ni los de los demás ni los propios. Antes que nadie conclusiones precipitadas le doy la razón, lo sé, soy una tía sosa y rara. Porque exactamente ¿qué se celebra en un cumpleaños? ¿que sigues viv@ y eres un año más viej@? ¿que si al niño Jesús que era un pobretón le trajeron regalos tú no vas a ser menos?
Cuando alguien me invita a una fiesta de cumpleaños no me siento infinitamente agradecida  al hacerme partícipe del día que lo parió su madre. Yo cumplo mis años en la estricta intimidad sin perjudicar al prójimo, sin obligaciones, porque hay personas que lo celebran de aquella manera. De aquella manera significa que vamos a un restaurante a cenar, cada uno se paga lo suyo (y a veces entre todos se paga la cena al homenajeado) y encima te dan regalos. ¡Ole! Con la que está cayendo  ¿A ningún listo se le ha ocurrido extrapolarlo a las bodas?
De verdad, con que mi marido me felicite ya soy feliz cual perdiz.
Por si fuera poco hay dos perspectivas sobre los cumpleaños que me ponen los pelos como a la novia de Frankenstein, y no a la clásica que llevaba un cardado muy profesional,  si no la versión de Helena Bonham Carter cuya cabeza acabó hecha una antorcha: una fiesta infantil de cumpleaños y SOBRE TODO, las fiestas infantiles de mis hijos.


Todo hay que decirlo, los cumpleaños de nuestros hijos nos hacen recuperar la fe. Conforme se acercan fechas fiesteras, mi marido (que también es la alegría de la huerta fiesta) y yo sentimos la llamada de Dios. La idea de hacernos Testigo de Jehová nos tienta poderosamente.  

Hay unas cuantas opciones para celebrar un fiesta infantil de cumpleaños:

a) Celebrarlo en casa: inviable. Antes invito a los hooligans. Amigas mías, Miriam, Maribel e Iris (sobre todo Iris que este diciembre lo celebró por tercer año consecutivo en casa), os merecéis un monumento a la maternidad por aguantar una veintena de niños borrachos de azúcar y a sus respectivos padres (no, no penseis mal, somos muy comedidos todos).

b)Celebrarlo en un parque de bolas: se nos sale de presupuesto y no nos va tirar la casa por la ventana para un cumpleaños.

d) Burrerking (como lo pronuncia mi hijo): no sé si las hamburguesas estarán hechas con carne de burro pero un rotundo NO.

c)No celebrarlo: incumpliendo el mandamiento de padres sacrificados  y sobre todo con Ángela que al ser la segunda, ya se sabe, la crianza es más relajada y menos considerada. Nos hemos saltado los  cumpleaños con amiguitos entre otras cosas porque hasta este año le daba bastante igual y no se enteraba ni del nodo. Sólo hicimos la fotito con la tarta y va que chutas.

d)Celebrarlo en el parque: es LA  alternativa. Bonito y barato.Tarde de parque con bocadillos, refrescos y tartas, una piñata llena de regalitos y una bolsa de chuches y todos tan felices. Tiene una desventaja, dependes de la previsión del tiempo y es muy estresante. En el caso de Gabriel la buena temperatura suele acompañar porque es de septiembre,  pero cuando cumplió los cinco el día de antes cayó el diluvio universal, a punto estuve de ofrendar unos huevos a Santa Clara. Ni para mi boda padecí tanto (otro evento social que odio, eso ocupa otro post). En el caso de Ángela es más complicado. Su cumpleaños fue la semana pasada e intentaremos celebrarlo el próximo domingo por la mañana que el pronóstico del tiempo es bueno. Que si hace frío, pues abrigo que los niños no paran quietos, y si llueve se aplaza y punto, lo tengo clarísimo.

Y desde aquí un aplauso para esos valientes que lo celebran dos veces, uno con los amigos y otro con la familia.

martes, 21 de enero de 2014

Felicidades Ángela

Hoy mi niña guapa cumple cuatro años. En un abrir y cerrar de ojos mi
bebota linda se ha convertido en una niña bonita por dentro y por fuera, 
por ser la más beautiful entre las beautifuls, por ser tú, única e irrepetible.
Te quiero desde el instante que te pensé...
 Eres tan tan bonita que esta canción te va que ni pintada.




martes, 7 de enero de 2014

Y por fin...



Me siento un poco como Carol Ann en Poltergeist. Empiezo a ver la luz... Bueno de hecho vi unos cuantos destellos el otro día tosiendo, mientras mis pulmones y el -exiguo- contenido de estómago pugnaban por salirse de mi boca.
Ayer mi hijo me preguntó ¿a ti te gusta la navidad? Él estaba en pleno subidón de la realeza mágica, más feliz que una perdiz abrazado a su furby como un padre a su recién nacido. Sospechando que se me empezaba a ver el plumero y que ser actriz no es lo mío, me sinceré. Pués no cariño, no me gusta la navidad, sólo me gusta el día de reyes y por tu hermana y por ti. 
 Cada año sobrevivo la navidad como puedo. No es que me entre una depresión de caballo ni que me fustigue por los que ya no están conmigo. Valoro infinitamente la presencia de los SÍ lo están y tanto me costó tener, mis hijos. Ellos dos, mis deseos al comerme las uvas cada noche vieja. Valoro infinitamente también a los que siguen a mi lado mi marido, mi familia carnal y política.
Pero yo no contaba este año con una supergripe de la cual mi marido y yo todavía nos resentimos y que nos ha tenido muy jorobados todas las navidades. No hemos guardado cama porque con dos niños de seis y casi cuatro años, es muy complicado. Nos hemos movido a cámara lenta y lenta también lo está siendo la recuperación. Casi doy gracias por haberme librado de la gripe todos estos años atrás cuando ellos eran más pequeños y dependientes, porque sinceramente,  no sé como lo hubiéramos hecho.
Para muchos el final de las navidades llega con nostalgia, conozco ese sentimiento, pero yo tengo ganas de normalidad y de que los virus se vayan un pelín lejos.
Así que feliz no navidad. Ah sí, eso si, FELIZ AÑO NUEVO.