Dicen que tener hijos rejuvenece (si los kilos de más rejuvenecen, en mi caso, será que sí), pero lo que no sabía es que los hijos broncean. Nada de cabinas de rayos uva ni de largas jornadas de playa, ve a buscar a tu hijo a las doce del mediodía al cole, quédate en el parque de delante donde sólo hay dos árboles desperejilados, camina bajo un sol de justicia hacia casa, recorre el mismo camino a la inversa a las tres menos diez, quédate un rato más en el parque a las cinco de la tarde y luciras un moreno paleta divino de la muerte totalmente gratuíto y sin esfuerzo, con marca del asa de la bandolera del bolso a la altura de la teta izquierda (tenía asumida las marcas de los tirantes de las camisetas pero me olvidé del maldito bolso del que cualquier día saco a la mismísima Mary Poppins) incluída.
Mis niños andan igual (bueno mejor porque a ellos todo les sienta bien), parecen un par de albaricoques, con esas caritas redonditas y tostaditas. Por supuesto, factor de protección 50 y gorra, no se me vayan a chamuscar.
jueves, 19 de mayo de 2011
miércoles, 4 de mayo de 2011
Carmina Burana
Leyéndome no recuerdo que libro se hacía mención a que Carl Off, compositor de Carmina Burana estaba fuertemente ligado al nazismo. Una pena pero no por eso voy a escuchar el O fortuna con otras orejas. También me parecía recordar que se utilizó este aria en la película Excalibur y ciertamente, seré castigada en un futuro no muy lejano con el mal de Alzheimer pero de momento mi memoria no me traiciona. Más famosa que la coca-cola ahí va el O fortuna.
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