Esta tarde he ido al ginecólogo. Es el mismo ginecólogo que trajo a Gabriel al mundo (y no a Ángela por problemas de mutuas que ahora mismo no viene al caso). Y en estos casos una vuelve al profesional que más confianza le da.
Y me ha entrado una inmensa nostalgia y eso que sólo he visto una barriga de embarazada...
No quiero tener más hijos. A veces digo en broma que si me tocara la lotería y pudiera contratar a una persona que hiciera las tareas de la casa y las barrigas de los embarazos (con patadas incluidas) pudieran ser de quita y pon igual me lo planteaba. Pero tener un hijo todos sabemos que es más que eso. Los bebés crecen, y muy rápido, lo fácil de hecho, es gestarlos, parirlos y criarlos, luego llega la educación, eso si es difícil.
Llevo unos días soñando que estoy embarazadísima y mi bebé se muere. Era un sueño recurrente en ambos embarazos, de repente me despertada angustiadísima y me tocaba la barriga que seguía en su sitio.
Lo achaco a que estoy asumiendo que ya no va a haber más bebés en mi vida, más pataditas en mi útero (el otro día tenía un tic muscular y casi me emociono) y que quizás, mi vida fértil se esté terminando...
Me hago mayor. Una de las razones por las cuales me decían que no me quedaba embarazada de Gabriel era porque quizás, estaba en los inicios de una menopausia precoz. Los análisis hormonales en aquella época, al parecer, no me salían muy favorables y las altas dosis que me daban para fabricar óvulos en las in vitro eran elevadísimas, y los resultados, ridículos.
Ahora me encuentro con que se me solapan las reglas, empalmo unas con otras, así que este es mi segundo mes con anticonceptivos, manda huevos después de todo el esfuerzo para tener hijos, me vea obligada a tomar una medicación, precisamente para no tenerlos. Así que si en unos meses al retirarlas las cosas no mejoran, me harán análisis, para saber si mi querida amiga la de rojo, está dando sus últimos coletazos...
Premenopáusica con sólo 38 años, me dan ganas de llorar...
Pues he salido de la clínica con la moral tirando para abajo y como me apetecía pasear sin niños me he ido dos bocas de metro más para abajo, donde he tenido que pasar forzosamente también, por la clínica donde nació Ángela. Que alegría...
Es que no es lo mismo no querer tener hijos, que no poder tenerlos.
1 comentario:
Me has hecho pensar, y mucho, con este post.
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