lunes, 26 de septiembre de 2011

Vamos a meter cucharada

No entiendo porque completos desconocidos, sobretodo mayores de cincuenta y cinco años, ven a un niño llorar y gritar de la mano de su madre, se creen con el derecho de opinar. Y cuando digo opinar digo opinar lo que sea.
Me explico. El parque es la principal fuente de conflictos para mi hijo. La hora de irse para ser concretos. Nunca encuentra el momento, que si "tres minutos mami", que si "un ratito" y así nos pueden dar las uvas. Hay momentos que soy como Rosa Jové y dejo que pasen no tres minutos sino media hora pero otros, a mediodía por ejemplo que vamos con el tiempo justo no transijo. La mayoría de veces a esas horas, no nos quedamos por ese motivo, porque acaba llorando y montando un circo, tirándose al suelo, gritando como si le fueran a matar etc etc.
Tampoco suelo castigarlo por eso pero hoy he sido más Supernany y le he dicho que se quedaría sin dibus (y sin dibus se ha quedado) durante todo el camino de vuelta a casa mientras tiraba de él como podía mientras él montaba la gran pataleta, suerte que Ángela estaba en casa con mi marido que hoy tenía fiesta.  Pués una señora, de unos sesenta años o más le ha dicho "mira que vendrá un guardia y te llevará". No hay cosa que me de más rabia que la gente amenace a los niños pequeños con la policía (o con el médico, hay que ser lerdo), sobretodo si los niños no son suyos. Sobretodo porque los niños se pierden (él mío estuvo perdido cerca de diez minutos que se dice pronto, este verano en el centro comercial y casi nos da un infarto a mi marido y a mi, y lo encontró el guardia jurado uniformado) y yo me harto de repetirle "si te pierdes buscas un policía". Le he contestado a la señora de las narices que a mi hijo no se lo va a llevar nadie y no he añadido que se la iban a llevar a ella y a un psiquiátrico porque tengo más respeto y educación que ella.
¿Por qué la gente mayor se cree con ese derecho? Porque una cosa es que mi suegro que tiene "tendencias" (sobretodo con Ángela cuando grita como una posesa "déjala llorar", pues a ver, la dejaré llorar si a mi me da la gana) opine sin que yo ni mi marido le preguntemos sobre la educación de nuestros hijos, al fin y al cabo es su abuelo, es mayor y se le disculpan muchas cosas. Pero ¿esta señora? ¿Me volveré igual cuando me haga vieja?
Cuando hemos llegado a casa y Gabriel se ha calmado le he hecho la reflexión que él no llora cuando se acaba la hora del patio y vuelve a la clase sin rechistar. A veces mi hijo es como el protagonista de "Memento" , mañana no se acordará de nada y me la volverá a liar a la hora de irse del parque. Y sin ver dibus se ha quedado, ya os contaré si mañana vuelve a pasar los mismo si el castigo ha funcionado...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Vuelta al cole

El otro día tuvimos una reunión de padres por la vuelta al cole, temas material, excursiones, etc, etc.
Hay "normativa" nueva, no dejan llevar batidos, ni actimeles, ni yogures, ni zumos ni nada que se pueda derramar durante la hora del desayuno. Los principales motivos según las profesoras: no alimentan, tienen azúcares y como este año trabajan los alimentos y ellas les enseñan una alimentación sana (Diossss lo que daría por ver a sus hijos comer) pués hay que ser coherentes. Y que se los tiran por encima, claro, esa es la principal razón.
Tampoco se puede llevar bollería industrial, el año pasado ya lo comentaron. Fruta (que llega oxidada si la troceas en una fiambrera porque no van a pelar 27 peras si ese día las madres no ponemos de acuerdo, así que o ponemos fresas o plátanos que no las tengo todas conmigo tampoco si se lo van a pelar con esa obsesión de fomentar la autonomía del niño), bocata de pan normal o bimbo o galletas maría.
Ahora bien, la mañana anterior se nos pegaron las sábanas y yo tengo que levantar, vestir y desayunar a dos niños menores de 4 años... Pués con las prisas pasé de bocata y le eché una madalena en envase individual en la mochila y Gabriel me chivó que "Sandra me ha quitado la madalena y me ha dado galletas". Que la tal Sandra no es una compañera de clase, es la profesora de psicomotricidad. A cuadros me quedé y no entendí nada.
Hasta que fui a la reunión de padres y nos dijeron que NO dejaban traer bollería y que la cambiarían por galletas...
Pero vamos a ver...¿Estas buenas señoras (es que son todas mujeres salvo el de religión que es un hombre) se han leído los ingrendientes del pan bimbo? ¿No saben que las galletas maría llevan azúcares?
Ala, sin madalenas oye que no pasa nada.
Otra cosilla a comentar es que tampoco dejan envolver los bocatas con papel de aluminio porque están trabajando el reciclaje... Que para eso repartieron fundas de tela de la bimbo el curso anterior (que milagrosamente guardé y recordé dónde porque ya me veía comprando El periódico y envolviendo el bocata como en la época de Franco).
A menos este año hacen excursiones (el año pasado hubo boicot por parte del profesorado cuando Ensenyament denegó la jornada intensiva durante el mes de junio y dijeron que como no estaban obligados a hacer excursiones pués adiós muy buenas, y dicho por los profesores durante la reunión de principio de curso).
Por lo demás a principios de año estrenan cole y chulo que está quedando, además las aulas de párvulos estarán abajo con patio, entrada y lavabos independientes y no tendrán que subir escaleras.
En cuanto a mi niño ha llorado unos diítas pero hoy lunes no me ha dicho ni adiós!

domingo, 18 de septiembre de 2011

Inauguro blog

Pués me voy a publicitar a mi misma porque hoy he inaugurado nuevo blog: http://ladestripanovelas.blogspot.com/
Hacía mucho que me apetecía hacer un blog de libros y alguna vez he comentado alguno en este blog. Ahora me lo pienso tomar más en serio. Disfruto leyendo y también disfruto recomendando si me preguntan.
Espero que sea de vuestro agrado!

sábado, 10 de septiembre de 2011

Aromas

Estoy indignadísima, llevo un megacatarrón veraniego que no me deja vivir. Ayer le dije a la doctora "pero oiga, cuando fumaba a mi no me pasaban estas cosas". ¿Sería por el humo del tabaco que ahuyentaba a las personas y por efecto rebote, a los virus? Además mis hijos, por una vez, no han tenido la culpa (es que este año he tenido más faringitis que el resto de mi vida todas contagiadas por Gabriel), miedo me da la vuelta al cole.
 Lo que más me ha jodido, hablando claro, es que me he quedado sin sentido del olfato y del gusto que van en el mismo pack: intento tomármelo por el lado positivo, da igual que me coma una caja de donuts o un kilo de alfalfa, me saben absolutamente igual, así aprovecho para retomar la dieta dukan que la había dejado en suspenso por culpa del helado de chocolate del hacendado y pierdo dos kilitos que tenía pendientes.
Lo del olfato, pués en principio (es que llevo así como dos semanas que se dice pronto) hasta tenía su gracia. "Puff que peste que la niña se ha hecho caca", dice mi marido todo escandalizado, malascostumbrado a que la tonta de su mujer salga pitando a cambiarle el pañal.
"Anda pués ya que lo mencionas, cámbiala tú". Suerte también que la criatura a veces avisa, ¡¡mama caca!! y efectivamente, se ha hecho caca. Lo mismo para Gabriel porque mi niño aunque hace caca en el water tan ricamente, necesita público (bueno yo misma desde que tengo gatas mi intimidad finalizó, hay que ver el idilio que se traen los felinos con los cuartos de baño, si la Presley tiene gatos deben vivir en el paraíso...) y alguien que le limpie bien el culo porque cuando va al cole se nota que les fomentan la autonomía y se lo limpian ellos solos, pero es un decir esto de que se lo limpian: hay que ver como deja los gallumbos de rayo mcqueen, ahora sé porque el bólido de marras corre tanto, para no oler la mierda de mi hijo que será muy pequeñito pero cagar caga como un mayor. Si sumamos que matemáticamente le entran ganas cada vez que nos sentamos a la mesa a comer, es una gran ventaja el no tener olfato.
Unos días, se soporta. Pero me estoy hartando. Me he dado cuenta que el sentido del olfato tiene más importancia de la que le damos. De hecho dicen que la memoria olfativa es la más evocadora y la que más recuerdos desencadena... Hablo por mi: cuando me he despedí de mis padres y de mi hermano mayor los besé, los toqué y los olí, consciente que podría volver a verlos en fotos, a escucharles y verles también en vídeo pero nunca podría volver a tocarlos, abrazarlos y olerlos...
Somos mamíferos.
A Patrick Suskind el tema le dio para escribir El perfume, que genio de la evocación olorífera y que gran libro.
Pero lo que en realidad echo de menos es el aroma de mis hijos, enterrar mi nariz en el pelo o en el cuello y oler esa mezcla a colonia de niños, a canela, a sudor limpito, a mis nenes...
En fin, espero que los antibióticos hagan su efecto.

lunes, 5 de septiembre de 2011

La misión

Es una elección difícil, no sé cual de las dos versiones me quedo, si con la de Sarah Brightman o la original de Ennio Morricone. No soy partidaria de las versiones pero es que Sarah Brightman es la reina de las versiones porque hasta las mejora...
En cuanto a Morricone sin palabras, es el Puccini de las bandas sonoras, capaz de poner los pelos como escarpias.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Ni rabietas ni conflictos

Recomiendo un libro sobre la educación de los hijos "Ni rabietas ni conflictos" de Rosa Jove. No desvela trucos de magia ni mucho menos, es un libro que parte desde el sentido común y el respeto que es la manera en la que debemos tratar a los niños.
Ahora bien, debería ahondar en algunos puntos del libro, como por ejemplo el diálogo con los más pequeños. Me explico que es difícil. La receta es muy "sencilla", resuelve los conflictos con tu hijo como los resolverías con un adulto, mediante el diálogo y teniendo siempre en cuenta el famoso "dos no discuten si uno no quiere" pero poniéndote al nivel de un niño pongamos de cuatro años que es la edad del mío.
La teoría como siempre, parece la mar de fácil pero ¿y en la práctica? ¿Cómo se dialoga con un niño de cuatro años clavado en la tierra del parque, cual sombrilla playera, que se niega en redondo a volver a casa e implora una y otra vez "un ratito" cuando han pasado más de veinte minutos de "ratitos" y tu otra hija de 19 meses tiene tanta hambre que sería capaz de comerse tu brazo, te aulla en la oreja porque la tonta de su madre ha sido poco previsora y no ha cogido provisiones?
Gabriel está en la edad del por qué. Al principio, como madre inexperta y entusiasta caí en la trampa de la respuesta, le explicaba y le razonaba, pero al final, como la gran mayoría de padres, cansada ante semejante diálogo de besugos, sucumbí al "porque lo digo yo" o "porque sí". Tan recurrente ha sido el "porque sí" que mi pequeño loro Ángela se me anticipa para contestar a su hermano con un "poque chi".
Así que lo del  diálogo es una gran idea y animo a que la señora Jove escriba una segunda parte del libro para padres de niños hasta pongamos ¿seis años, siete? y nos explique en momentos de crisis, como hacer que un niño en plena rabieta te escuche.
Otro punto en el que hacer hincapié es la evitación, es decir, evitar situaciones donde se puedan desatar conflictos: ir a comprar al super por ejemplo. Es una gran idea, dado que esa es gran parte de fuente de nuestros conflictos familiares. A veces los dejamos con los abuelos pero otras es materialmente imposible dejarlos con nadie.
Otra fuente de conflictos es el parque (el momento de irnos), entonces, ¿no deberíamos ir al parque? Y puestos a evitar ¿tampoco deberíamos ir al cole si a mi hijo no se le antoja? (sé de madres que lo han hecho).
Me parece que la evitación tampoco es parte de la solución...
Y así a bote pronto me hizo mucha gracia la decoración, me explico: para evitar pasar todo el día diciendo "no, no, no, no" hay que adaptar la casa. Hasta ahí bien, la mayoría de padres tapamos enchufes, ponemos esquineros en las mesas, barras de seguridad etc etc. Pero ¿y el sofá? ¿Qué hago con el sofá? Porque Ángela se emperra una y otra vez en subirse, ponerse de pie y saltar peligrosamente hacia atrás. Y Gabriel se subió en un momento mientras pelaba patatas en la cocina, a la mesa del salón, teniendo en cuenta que le había costado una barbaridad y media caminar ese día no sabía si aplaudir o ponerme a gritar del susto...
Claro que si te gusta la decoración japonesa puedes prescindir incluso de muebles, aparadores, sillas, mesas y demás trastos, se forra el suelo de tatamis y todos tan contentos!
Aunque parezca que quiero dar otra impresión, recomiendo la lectura de este libro.