miércoles, 26 de junio de 2013

Cerrando etapa

El viernes Gabriel "se graduó", mi niño ha acabado preescolar.  Confieso que tuve que aguantarme las lágrimas un poquito por dejar esta etapa atrás... Me estoy leyendo La casa del silencio de Blanca Busquets y hay una frase que me va como anillo al dedo así que se la voy a robar:
"Mira que cuesta que pasen los años cuando son oscuros. Cuando son claros, en cambio, vuelan".
Mis hijos han llenado mi vida de claridad, porque desde que están conmigo me vuelan los días y los años.
Tres años aproximadamente tiene este blog, hace tres años que le quité el pañal a mi hijo porque empezaba el colegio en septiembre y no las tenía todas conmigo porque lo veía más  bebé que niño y cuando me dijeron que tenía que llevar bata de botones para practicar la motricidad fina me entraron sudores fríos.
Hemos tenido momentos de todo, sobretodo por las mañanas, esas mañanas gloriosas llenas de llantos y de mocos en las cuales mi hijo no quería ir al colegio. Ha llorado en P3, en P4 y un par de meses de P5, me ha partido el alma y ha acabado con mi paciencia y justo ahora que parecía cogerle el gustillo a la escuela va y empiezan las vacaciones. Salimos del colegio llorando, bueno llorando él para no perder costumbre. No sé si es porque todos los niños de cinco años funcionan igual o es porque es in vitro. Hijo mío, le dije el otro día, tú en tu línea que cuesta más meterte que sacarte y eso que sacarte costó un mundo, cuando hay que ir al parque no quieres ir y luego para marcharnos no hay manera, con la hora del baño lo mismo, no ves el momento de meterte y luego el momento de salir... Me miró con esos ojos de bambi desvalido velados por las lágrimas es que yo quiero a la Emma y quiero ir al cole con mis amigos ¿el año que viene estaré con mis amigos?, me da mucha pena que se acabe el cole... Bueno supongo que en parte se huele que el año que viene se le va a acabar la buena vida, fuera Racons de jocs i espais, más letras, más números y lletra lligada a porrillo.
Ni que decir que me siento terriblemente orgullosa de él y que lo quiero más que a mi vida.


viernes, 7 de junio de 2013

Diez es mucho

Gabriel, cinco años y nueve meses.
Gabriel:¿Qué es esto? ¿Por qué hay tanta gente? (pasamos por delante del proyecto de mezquita que hay en el barrio)
Yo: es una mezquita donde mucha gente viene a rezar. ¿Tú sabes que es una iglesia?
Gabriel: no no lo sé... ¿Y cómo se reza?
Yo: así (junto las manos en modo oración cagándome en mi misma por meterme en camisas de once varas). Mira Gabriel hay personas que creen que la Tierra y todos los que vivimos en ella la creó un Dios, una especie de super héroe con poderes, pero hay personas que creen en un Dios y otras en otro y creen también que cuando nos morimos nos vamos al cielo.
Gabriel: ¿Y tu qué crees?
Yo: yo creo que cuando nos morimos nos vamos a los pensamientos y a los corazones de las personas que nos quieren y nos convertimos en recuerdos y siempre estamos con ellos, ya te lo he explicado muchas veces.
Gabriel: pues yo creo que nos vamos al cielo y a otro sitio.
Yo (ojiplática): ¿A dónde?
Gabriel: pues a una ambulancia y al hospital.
Yo (más relajada pensando que mi niño iba a hacerme una revelación tipo El sexto sentido): ah vale pero en el hospital curan a la gente.
Gabriel. ¿Y tú mamá? ¿Tú mamá se fue en una ambulancia y se murió?
Yo: si cariño se la llevó la ambulancia al hospital.
Gabriel: ¿Cuantos días estuvo?
Yo: diez días.
Gabriel: ala eso es tener suerte (me mira con una sonrisa de oreja a oreja).
Yo: ¿Suerte?
Gabriel: sí, diez es mucho, la tuviste diez días más.
Y es cuando yo me lo como a cachitos y me derrito de amor...