Desde que Gabriel ha empezado el cole tenemos minihombre del tiempo en casa. Una vocecita nos va narrando a lo largo del día el parte metereológico: ha shalido el shol, la lluvia moja, el shol se ha escondío ¿donde está el shol mami? ¿detás de la nube? el shol esta dumiendo ha shalido la luna y las estellas ¡míííía mami las estellas!.
Hay que ver como te cambia la vida y el punto de vista de las cosas cuando eres madre. Antes de tener hijos mi marido y yo éramos como vampiros ocultos al sol, la primera vez que pisamos la playa con Gabriel hacía como diez años que no íbamos. Somos blancos translúcidos sobretodo mi costillo, que para estar media hora al sol necesita gorra y protector solar 60 y a veces hasta camiseta (parece el prota de la película Powder) así que poco nos motivaba esto de achicharrarnos al sol, pero claro, cuando tienes hijos si hay que ir a la playa se va, aunque se enteren hasta en Mallorca por los gritos que pega cuando lo metes en el agua (al niño, se entiende).
Y es que Gabriel no es precisamente moreno de piel, es más tirando a melocotón pero lo embadurnas también de factor solar y ala, que sea lo que dios quiera (la pobre Ángela es blanca como una tiza ya veremos el año que viene como lo hacemos cuando se salga de los confines de la sombrilla). Pero ¿qué vas a hacer con un dos hijos tan tan pequeños? ¿irte de museos?. Hay parejas que lo hacen, hace años vimos unos especímenes en el Alcázar de Segovia, una pareja jóven con tres hijos diminutos, uno que no tendría tres años, otro en un carrito que no llegaba a los dos y un bebé de meses colgado en una mochila. El padre le enseñaba un uniforme de soldado del año maricastaña al hijo mayor que lo miraba en estado de shock. Si a esas alturas de museo yo estaba saturada ni me quiero imaginar un niño de tres años.
Cuando tienes hijos, si antes no lo has hecho, empiezas a valorar más el buen tiempo, el horario de verano que te permite que tu hijos jueguen en el parque sin la luz de las farolas, que tomen el shol (¡míííííía mama estoy tomando el shooool! me dijo mi hijo cerrando los ojos y mirando al cielo, al salir a la calle después de cuatro días sin pisarla por una faringitis de caballo), a mi que me gustaba el horario de invierno, el frío, la lluvia, me estoy temiendo esta última y su mala costumbre de honrar con su presencia siempre a la entrada y salida del colegio.
Menos mal que no vivimos en Noruega...
1 comentario:
Pero en Noruega tienen unas peaso de casas que ya las quisiéramos... ;)
Qué gracioso Gabrielín con la meteorología... éste va a salir de ciencias!
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