lunes, 16 de septiembre de 2013

El corazón partido...

El jueves pasado mi hija me partió el corazón en su primer día de colegio. Un hachazo directo.
No estoy acostumbrada a que Ángela me conmueva de este modo, el sentimental de la familia es Gabriel, con esos ojos grandes y profundos como lagos. Ese aire delicado y desvalido que afortunadamente ha ido disminuyendo con el paso del tiempo.
Ella tiene un semblante risueño, es resuelta y guerrera y si ha hecho falta ha salido en defensa de su hermano a pesar de ser la pequeña.
 No es que Ángela no llore, porque ella llora hasta zapatear cuando no se sale con la suya. No es yo sea una desalmada y no me de pena cuando llora porque se ha caído, porque tiene miedo o porque está malita.  Me pilló en bragas, vulgarmente dicho. Me desarmó no con sus lágrimas (que también), sino con sus gestos y sus palabras, porque mi hijo lloraba y no decía nada más, le desbordaba la pena poniéndo la misma canción del CD no quiero ir al coleeeee (el primer año de párvulos ni eso, lloraba y lloraba).
Pero Ángela entró en la clase y se fue poniendo cada vez más nerviosa no me gusta este cole quiero ir al cole de los grandes con el tete (porque ella se pensaba que se iría con su hermano y sus amig@s a pesar de haberle repetido hasta la saciedad que no los vería porque su hermano va al cole de los niños supergrandes), no me gustan estos niños hacen mucho ruído (aunque era ella la única que lloraba) y son pequeños (es que ella es de enero y encima muy espabilada), quiero irme a casa, vámonos a casa mami, no me gustan los coches, no me gustan las muñecas, no me gustan las galletas, no me gusta hacer filas de elefantes, este cole es aburrido y un rollo (abudido y un dollo). Y me tuve que ir, con el corazón del tamaño de una uva pasa...
Y luego la vi, en el patio, porque yo con Gabriel no me pasaba a las horas de recreo por aquello de ojos que no ven corazón que no siente, sentadita en el filo de madera del arenero que usan para jugar, y allí se quedo solita, ya sin llorar  y la vi tan tan pequeñita otra vez...

El viernes entró mejor, ya no lloró, le dijo a la profesora que yo espero a mi mami que vuelva cuando esta le dijo de jugar. Pero le pudieron las ganas y luego, cuando volví a pasar por el patio la vi jugando  con los demás niños con los cubos y las palas...
Y hoy ha ido muy bien, han llorado algunos niños que se acababan de percatar que esto de ir al cole iba a ser cada día.  Me he pasado a  la hora del patio y la he visto de lejos jugar con otros niños y luego, a la salida estaba hablando por los descosidos con una "amiga" de la cual se ha despedido.
Está contenta así que yo, feliz cual perdiz.

3 comentarios:

Verónica Saseta dijo...

Hola guapa!!

No me extraña que te sintieras así... Pobres criaturas. Y comprendo cómo te sentirías tú. Me alegra saber que la cosa va mejorando y ya va más tranquila la princesa.

Un abrazo...

Unknown dijo...

Ainnsss si es que cuando hay tanto sentimiento cuesta manejarlo porque te puede la pena.
Pero tu chica es muy lista y ya veras como se adapta pronto.

Besos!!

Circe dijo...

Tanto rollo con la adaptación... y para ellos en realidad es mucho más sencillo de lo que pensamos. El peque ya va a la guarde desde el 4 de septiembre de 7'30 a 17h, y sólo hizo un pucherillo el tercer día cuando comprendió que eso iba a ser la rutina, pero feliz como una perdiz oye, lo necesitaba. Ahora nos toca asumir que ya no son bebés....

Me alegro de que fuese bien, seguro que ha ido mejor día a día, :))