domingo, 1 de septiembre de 2013

Invasión alienígena




Siempre hay una primera vez para todo. En mi caso es la segunda.
En el fondo de mi ser albergaba la esperanza que no llegase este momento. No lo esperaba tan pronto y menos porque Ángela aún no ha empezado el colegio.
Habemus piojus.
Es increíble lo que le gusta hablar a la gente. Antes de que naciera Gabriel tuve que tragarme opiniones gratuitas sobre la futura convivencia de mi hijo y las gatas. La peligrosidad que suponía para el embarazo por la toxoplasmosis. Me harté de escuchar sobre las enfermedades y alergias que estas le podían transmitir y los arañazos que  podían ocasionarle. O los bichos…
Sin embargo desde que mis hijos tienen vida social infantil han convivido con virus varios. Hasta que han aprendido a defenderse han soportado no sólo arañazos por parte de otros niños, también pellizcos, tortazos, patadas y hasta mordiscos sangrantes.
¿Amenaza mis gatas? Ni por pulgas. Comparándolas con otros niños son completamente inofensivas y más limpias que las cabezas de algunas personitas.
Yo no había visto un piojo en directo, tenerlos que recuerde, una vez, pero no fuimos formalmente presentados por mi madre.
Mi suegra me preguntó hace poco, ¿ya revisas a tu hija?  Gabri siempre lleva el pelo muy muy cortito, y ella melenita por la oreja. Sí, la reviso pero os refresco la memoria, soy altamente miope y los piojos son milimétricos. Esperaba reconocerlos así, a simple vista, que me saludasen como si los fuera a recoger al aeropuerto.
Mi suegra es peluquera y aventajada en el asunto: madre, experta en cabezas y en la fauna que los habita. Debería de haber hecho una ponencia sobre el tema. Como Felix Rodriguez de la Fuente pero especializada en piojos, conocedora de sus costumbres (anidan en la raíz) y de su fisonomía (si son negros y grandes es que llevan tiempo) y de su reproducción (uno solo te la lía parda). Además tiene una teoría de la conspiración piojil. Igual que la madre genérica de Amaya Ascunce creía que los cromos que repartían a la salida de los coles llevaban droga, mi suegra está firmemente convencida que los laboratorios que fabrican los champús antipiojos, los reparten a la salida de los colegios. A puñaos. Como alpiste para gallinas. Reiros sí, pero tiene algo de sentido.
Yo, lo que de verdad creo es que por falta de higiene de unos, pagamos justos por pecadores.
Ahora está jubilada y sólo ejerce con  la familia. El jueves estaba cortándole el pelo a mi hija, y me transmitió la buena nueva. Me enseñó las liendres que parecían una salpicadura de helado o de yogurt. Tras revisarme  la cabeza por favor Pepa dime que no hay dime que no,  mi corazón iba a estallar de dicha, no encontraba inquilinos pero si algún descendiente.
Mi marido no tiene un pelo de tonto, así que una cabeza menos por la que preocuparse.
En estado de shock me bajé al mercadona en busca de un remedio inmediato y compré una botella de champú genocida que es bastante ineficaz y una liendrera que tampoco sirve de mucho, se abren las púas y no los caza bien, a Ángela no le pescó ninguno pero sí me pareció ver alguna liendre.  Nada más llegar a casa me metí en la ducha y me lavé la cabeza con el producto. Me paso la liendrera y pesco uno, o al menos eso parece. Llamo a mi marido como si hubiera cazado una rata y acude, con las gafas de cerca y una lupa, dispuesto a proceder a su correcta identificación y a ficharlo si es necesario.
-Pues yo diría que sí, concluye Sherlock mirándolo al trasluz.
-Anda interrógalo a ver si le sonsacas de que cabeza viene.
Lección aprendida, he descubierto varias cosas:
-Los piojos SI van al pelo teñido (aunque me he sacado tres contados y ayer la liendrera salió limpia cosa que con Ángela aún le he cazado alguno).
-Que hay madres que te avisan y otras que no.
-Los adultos también tenemos piojos pero la mayoría se callan.
-Que deberían hacer cursos prepiojos, a mi nadie me preparó para esto. Intuía que tenía que pasar noches en vela, limpiar vómitos, cacas y mocos, armarme de paciencia para que aprendieran a pedir pipi y caca, dejarlos en el colegio llorando con el corazón encogido. Pero no estaba preparada para despiojar a mi hija como las monas del zoo a las suyas.

-Que todo llega chicas, todo llega, no bajéis jamás la guardia que están por todas partes y compraros una liendrera en la farmacia, a mi me costó 15€, lo tomaré  como una inversión.




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